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Resurrección de Vol´Jin

  • Foto del escritor: Borja Jiménez García-Manzanares
    Borja Jiménez García-Manzanares
  • 18 abr 2017
  • 5 Min. de lectura

MUERTE DE UN GRAN GUERRERO

Después de la Gran Guerra en las Islas Abruptas, Vol’Jin queda gravemente herido junto a Thrall. Tras el enfrentamiento con Gul’Dan se retiran a Orgrimmar, donde Vol'jin no es capaz de curarse las heridas a sí mismo. Muere nombrando a Sylvanas como nueva Jefe de Guerra... Su cuerpo es quemado en las afueras de la ciudad, liberando su alma hacia los espíritus y haciendo que los Lanza Negra se queden sin su más apreciado líder, quién luchó no sólo por su pueblo, sino por la Horda y Azeroth entera…

— Fue un gran guerrero… Dicen que cuando su cuerpo fue carbonizado por el fuego, la seca tierra de Durotar comenzó a pintarse de verde, alrededor de su inerte cuerpo — Un viejo Trol se encontraba sentado en una gran piedra escondida en una de las Islas del Eco, rodeado de jóvenes trols.

— “ De su cuerpo salió una blanquecina niebla que se elevó hacia el cielo. Era su alma… Dicen… Que se encontrará con los Loa, como buen guerrero que fue. Que digo… Fue mucho más que un guerrero…

— ¿Qué son los Loa? — Una joven voz resonó del fondo, de uno de los pequeños trols que escuchaban con entusiasmo aquella interesante historia.

— Los Loa… Los Loa son espíritus más poderosos que los elementales , pero no tanto como las deidades… Tienen forma de animales espirituales y dicen que los grandes guerreros trols, a través de los rituales vudús, tras su muerte se convierten en un Loa, para protegernos de los espíritus oscuros… Vol’Jin será un poderoso Loa… Lo presiento… — Los jóvenes trols se miraron unos a los otros entusiasmados y observaron a su alrededor. Uno de ellos levantó la mano y se dispuso a hablar.

— ¿Y por que tras la muerte de Vol’Jin la tierra floreció? — El viejo troll permaneció un rato callado, frotándose su áspera barba.

— Joven, cuando un gran guerrero siembra vida tras su muerte… Quiere decir que su alma debe seguir protegiendo esta tierra, por lo tanto debe permanecer aquí, con nosotros. —

— Entonces… — Otra joven trol se alzó con una gran sonrisa en su rostro. — ¿Vol’Jin sigue vivo?. — El anciano miró al resplandeciente cielo azul y agarró su valioso collar fuertemente, que resultaba ser un trozo de uno de los colmillos de Vol’Jin —

— Pequeña… Los grandes guerreros nunca mueren… Y Vol’Jin fue mucho más que un guerrero. —

ENCUENTRO CON LOS ESPÍRITUS

Las sombras lo rodeaban todo. El viento dejó de sonar, y en su lugar, susurros de lo que serían almas en pena resonaban de entre la oscuridad. Dos relucientes antorchas se encontraban plantadas en medio de la nada, junto a un cráneo Trol al que le faltaba un colmillo.

— Bienvenido… Gran Guerrero Vol’Jin — Una tenebrosa voz llamó al sabio guerrero, quien no disponía ya de cuerpo físico debido a su muerte. — Creo que ya sabes donde estás… El porqué es bastante claro también. — La sabia mente pensante de Vol’Jin era lo único que quedaba de él, parte de su deambulante alma que había sido separada de su fallecido cuerpo. — No creas que la muerte es el fin de todo… Como gran Guerrero, Líder y como Gran Sabio, te espera un gran puesto espiritual que protegerá este mundo y a su gente de los malignos espíritus que rondan ansiosos con devorarlo todo. Pero… Los rituales que realizaste con vida demostraron que tu alma es mucho más poderosa que un Loa, incluso que cualquier espíritu… Tu muerte sembró de prosperidad tu mundo señalándola como injusta… Antes de proteger ester oculto mundo espiritual de los malignos debes cumplir en vida con un tarea mucho más importante… La prosperidad de Azeroth, cosa que un Loa, un espíritu o incluso una deidad no podría hacer… Serías… Un enviado, con una misión.

¡Vol’Jin! ¡Tú no puedes morir todavía! Aunque hayas dejado de ser el jefe de guerra, no has dejado de ser quien eres. — La voz comenzaba a desvanecerse lentamente, profundizándose entre las sombras. El cráneo trol comenzó a brillar y a deshacerse como si estuviese hecho de arena. Las antorchas se apagaron por completo y los susurros se dejaron de escuchar. Un gran vacío invadió aquel desconocido lugar.

RESURRECCIÓN

El ambiente se notaba distinto. Se podía notar el frío en el cuerpo, los frescos olores se llegaban a distinguir y los salvajes sonidos de la naturaleza hacían sentirse vivo. Más vivo que nunca. ¿Qué pasó con aquella voz? ¿Realmente Vol’Jin había vuelto a la vida o se encontraba en el mundo espiritual? Al abrir los ojos, un fuerte destello de luz le cegó, haciendo que sus brazos tapasen su rostro. Sus brazos… Estaban ahí de nuevo. No tardó mucho en darse cuenta que estaba tirado en el suelo, completamente desnudo. Agarró una afilada piedra y se cortó ferozmente la palma de su mano. Sentía el dolor y podía ver la borboteante sangre que salía de ella. Se puso en pie rápidamente, pero sus piernas a penas aguantaban lo que le llevó al suelo de nuevo. Las lágrimas comenzaron a derramarse de sus ojos mientras esbozaba una costosa sonrisa.

— Eh’toy vivo… ¡Eh’toy vivo! — Vol’Jin comenzó a llorar con grandes sollozos que resonaron en toda la jungla. Se llevó sus sangrante mano a uno de sus colmillos, el que previamente se encontraba partido… Ahí estaba, conservaba ambos colmillos. Estiró los brazos mientras las lágrimas continuaban deslizándose por sus mejillas. Al estirarlos se encontró un pequeño colgante con un trozo de madera como decorativo. Lo agarró y se dispuso a vestirlo mientras conseguía ponerse en pie.

Caminó algo desorientado durante horas, tratando de abrigarse con cualquier hoja. Usó la punzante piedra para fabricar una lanza, aun con sangre en el costado afilado, pero no se había cruzado con ningún peligro. No llegó a reconocer aquella jungla, por lo que trataba de buscar una salida siguiendo un pequeño camino que encontró con facilidad. La noche calló, y el camino aún no le había conducido a ningún lugar…

Vol’Jin se despertó entre hojas junto a una pequeña fogata que preparó la noche anterior. Cogió su improvisada lanza y continuó alerta por aquel camino con la esperanza de dar con algún reconocible lugar y reconocer aquella jungla de Azeroth. Cuando el sol se elevó en lo alto del cielo, Vol’Jin pudo observar una pequeña humareda al final del camino, lo que le hizo acelerar el paso, esperando dar con alguna civilización, pero al llegar solo dió con una pequeña cabaña de madera a la que entró con sumo cuidado, empuñando la lanza, pero por suerte un viejo Trol era quien la habitaba.

— Poh’fin doy con alguien, ¿Donde eh’toy, anciano? — Vol’Jin se abalanzó al anciano con la esperanza de obtener respuestas. El anciano permanecía inmóvil pero una gran sonrisa inundó su rostro.

— Tú… Eres Vol’Jin ¿Verdad? — La perfecta pronunciación del anciano le desconcertaba, pero se sorprendió al ver que había sido reconocido.

— Si anciano… Soy Vol’Jin y he sio resucitao poh’ lo eh’píritu — Vol’Jin depositó su lanza en el suelo. El viejo no se sorprendió al escuchar aquello.

— Sí, lo sé. He sido yo quien ha ayudado a los espíritus en tu regreso… — Se levantó dirigiéndose al desorientado guerrero, agarrando con suavidad el colgante que éste portaba. — Este colgante era mío… En él portaba un trozo de tu colmillo, que fue necesario para tu regreso. — Vol’Jin miró al anciano fijamente.

— Ereh un médico brujo… ¿Verdáh? —

— Si… Y sabía tanto de tu muerte como de tu resurrección desde antes de la llegada de los Orcos a Azeroth — El anciano volvió a sentarse en la silla donde había permanecido esperando a Vol’Jin. —

— Entonceh, sabes poh’qué he regresao, ¿Verdáh? —

— No… Los espíritus nunca quisieron decírmelo… Pero seguro que es para algo muy importante… — Encima de una mesa que se encontraba al lado del anciano había un montón de ropa, preparada para Vol’Jin. Se tratataba de un manto con capucha.

— No es momento de regresar a Durotar. Nadie sabe sobre tu regreso, debes esperar y prepararte para lo que sea que vaya a ocurrir...


 
 
 

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